Ni él mismo sabía si sonreía porque veía ese rastro de preocupación en el rostro de su padre o porque había conseguido gastar una broma a alguien. La sonrisa se mantuvo en sus labios mientras sus ojos color ámbar se llenaban de diversión.
Alfredo se sintió avergonzado. Se quedó mirando el dedo mientras la intranquilidad se gestó dentro de su pecho. No podía admitir que estaba temblando, mientras su pecho latía agitado.
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