En efecto, era como si el hombre que ella esperaba hubiera desaparecido de la faz de la Tierra. O tal vez hubiera regresado a su país de origen.
En su cuarto día en el templo, Irma cargó dos grandes cubos de madera y se dirigió al río a buscar agua. La nieve había caído y la tierra fuera del templo era una vasta extensión de blanco.
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