—¿Por qué demonios te pidió tu madre que trajeras sandías aquí? Podría haberlas comprado yo misma si quisiera una. Además, son bastante pesadas. ¿Acaso se olvida de que aún eres una niña?
—¿Una niña? —se burló Jailyn cuando por fin logró recuperar el aliento. Estaba a punto de decirle a Alexandra lo mucho que apreciaba que alguien recordara que todavía era una niña cuando Nora apareció de repente por las escaleras—. ¿Quién es ella? —Jailyn siempre se había distraído con facilidad con las cosas nuevas, incluyendo los rostros desconocidos.
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