—¡Señor Laguna, suelte a mi madre! ¿Quiere enfurecer aún más a mi padre? ¡No le irá bien! —advirtió Mateo, en el momento justo. Roberto soltó su agarre como si se hubiera electrocutado.
—Yo... Lo siento, no lo sabía. Pensé... —Roberto tartamudeó.
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