Esta vez, su tono era mucho más agudo que antes. Sonaba como si estuviera dando un sermón a su propio hijo.
«En realidad, la vida no está determinada por el destino. Si así fuera, yo habría muerto en el psiquiátrico cuando era un adolescente en aquel entonces. Además, si papá se hubiera resignado a su destino, no habría conocido a mamá y yo ni siquiera habría nacido. Aunque luchar contra el supuesto destino es un proceso difícil y peligroso, uno se dará cuenta de lo glorioso que es cuando mire hacia atrás en el futuro. ¿No es ese el caso?».
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