«Sería terrible que los Junco fueran los que secuestraron a Fátima. Si descubren que Fátima, que se supone fue asesinada, sigue viva, las consecuencias serán nefastas. Eso, por no hablar de que Sebastián también se verá arrastrado a este embrollo una vez que los Junco descubran que el hijo de Fátima está vivo y sano», pensaba y tenía una expresión de angustia en su rostro.
Ella no creía que los Junco fueran tan descarados como para secuestrar a Fátima delante de sus narices.
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