En ese momento, la cara de la profesora se puso roja de vergüenza. Al fin y al cabo, era una profesora normal y corriente. Se limitaba a seguir el programa de estudios y a enseñar a los niños basándose en los materiales que le habían dado. Se supone que un educador debe ser respetado. Sin embargo, un niño de siete años la estaba sermoneando a la vista de toda la escuela. La maestra no pudo reprimir por más tiempo su indignación.
―No soy una santa; yo también cometo errores. De todos modos, hemos estado usando estas preguntas como parte del programa de estudios todo este tiempo.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread