Viviana empezó a tener un ataque. A diferencia de sus dos hermanos, la niña era más cobarde y siempre escucho a sus hermanos hablar de lo malhumorado que era su padre y de cómo molestaba a su madre. Por eso, en ese momento estaba petrificada.
Alexandra por fin recuperó los sentidos y abrazó a su hija, temblando de miedo, ya que temía que las cosas pudieran empeorar.
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