Sebastián se había preparado al regresar a la Hacienda Oceánica en Jadeborough, pero en cuanto llegó a la puerta, la mujer salió furiosa como una tigresa. Se estremeció un poco mientras daba unos pasos hacia atrás. El párpado de Marco se movió al ver cómo se desarrollaba la escena, pues era la primera vez que veía al poderoso Sebastián Junco acobardarse ante su propia esposa.
—Espera, cariño...Escucha lo que tengo que decir...
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