«Ella tiene razón. ¿Cómo es posible que el tío Sebastián al que siempre admiré no me perdone por esto? Está enojado, pero de seguro entenderá razones ¿No debería admitir mis errores y escuchar sus sermones, aunque al final no me perdone? Debería ser un hombre y afrontarlo de frente».
Gael abrió poco a poco los puños. Después de unos diez minutos, Viviana por fin lo convenció de que se reuniera con Sebastián y regresó a ser su alegre yo.
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