―Tu familia está dispuesta a apuñalar a uno de los tuyos por la espalda. ¿Por qué debería confiar en ti? ¡No creo ni por un segundo que la traerías a casa para un entierro apropiado! ―Sebastián arremetió contra él.
―¡Ya basta, Heredia! ―Fue la gota que colmó el vaso. Erick terminó por perder los estribos―. No te estoy dando una opción. Este es un asunto familiar de los Junco. Te sugiero que te mantengas al margen.
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