Llevaba varias horas con la cuerda. Después de que la enviaran de vuelta la vez anterior, empezó a cortar la cuerda con la pequeña aguja agarrada en su mano. Cuando la ataron por segunda vez, había recuperado en secreto esa aguja. Aunque no podía cortar las cuerdas con tanta facilidad como con un cuchillo, podía usarla para cortar poco a poco los hilos, sobre todo porque no tenía ningún otro objeto.
Una vez cortadas las hebras, la cuerda se debilitaría y ella podría liberarse de ella con facilidad. Conteniendo la respiración, Alexandra continuó con sus movimientos.
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