Sebastián entró en su oficina y se dirigió directo a la máquina de café para prepararse una taza antes de acomodarse en un sillón para recuperar el aliento. No parecía preocupado por lo que ocurría en la sala de reuniones. La extenuante actividad de la noche anterior le quitó mucha energía. Por otro lado, Lucas se paseaba impaciente fuera de la oficina. Casi se le doblaban las rodillas al ver lo relajado que parecía su jefe.
—Señor Heredia, ¿por qué sigue tomando su café tan tranquilo? ¡No tiene tiempo para eso! Los accionistas están en la sala de reuniones. Incluso el Señor Heredia está aquí.
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