Alexandra no pudo evitar sentirse incómoda por la forma en que él formulo esa frase. «¿Por qué parece que me está dando un triste discurso de despedida o algo así? ¿Todavía le preocupa que me secuestren mientras estoy a bordo? Dios». Como no le gustaba el ambiente extraño al punto que percibía melancolía en él, Alexandra le dio una palmada en la espalda y dijo:
—¿Cómo que ya no estarás a mi lado? Más te vale que vayas a cargarme, te esperare en mi asiento cuando aterricemos. —Luego volvió a su camarote mientras Leonardo permanecía con la mirada fija en ella.
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