Una vez que envió el mensaje, Alexandra comenzó a esperar angustiada. Al mismo tiempo, Herminio entró para cambiarle las vendas. Aunque Alexandra acababa de recuperar las fuerzas para salir de la cama, alcanzó a ver a Alexandra de pie frente a la mesa de la sala con los ojos fijos en su teléfono. Lo que vio lo dejó atónito.
—Señorita Gavira, ¿qué hace? —preguntó Herminio con un tono de incredulidad.
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