Miró al cielo con torrentes de dolor recorriendo sus mejillas por primera vez en mucho tiempo.
Los que lo rodeaban, incluidos los médicos, se callaron al ver el par de ojos del hombre rebosantes de lágrimas. Eran conscientes de que su país estaba sano y salvo gracias al hombre que lloraba. Si no hubiera sido por él, podrían ser ellos los que sufrieran. Por eso, sintieron de verdad la agonía del hombre y pensaron que lo menos que podían hacer era dejarle en paz.
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