Entonces, ella colgó el teléfono con brusquedad, «así es. ¡Prefiero morir antes que casarme con Manolo, ese imbécil sinvergüenza!».
Camila salió de su casa y condujo hacia Hacienda Oceánica. Mientras tanto, Sabrina, Cristóbal y Diego habían llegado al aeropuerto. Para evitar cualquier contratiempo, decidieron volar de regreso a Puerto Aven en un helicóptero.
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