«¿Qué dijo? ¿Todo esto es culpa mía?». Alexandra estaba atónita con un zumbido en sus oídos. En un instante, su rostro se drenó de todo color. Nunca había pensado en esta posibilidad.
—¿Qué? ¿Nada que decir? ¿No estabas actuando toda justa hace un tiempo, acusándome de no cuidar bien de tu hijo? ¿Por qué no dices nada ahora? Adelante, pregúntame más. Prometo que hay mucho más que no sabes.
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