Elisa agarró de prisa una servilleta y comenzó a limpiar las manchas de jugo en el vestido de Nicole.
—Lo siento muchísimo, señorita Tablón. Arruiné tu ropa. Creo que sería mejor que vinieras conmigo a mi habitación para cambiarte. Tengo ropa limpia que puedes usar. Después de que te cambies, ¡podemos volver y gritarle a Gabriel!
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