—Sí —respondió Siena de forma rotunda y aceptó la comida.
Luego, fueron a la habitación de al lado y comenzaron a comer, pero ninguna de ellas tenía apetito y comieron de forma mecánica. Por su parte, Siena comenzó a llorar de nuevo mientras comía. Raquel levantó la mirada y vio que las lágrimas le caían sobre la lonchera.
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