Capítulo 31 ¿Incluso tu amante viene a verte a tu casa?
Al percibir el aura feroz de Gabriel, Elisa no se atrevió a fruncirle el ceño. En su lugar, apagó tímidamente la cámara del timbre, resignada. El ensordecedor ruido de Gabriel golpeando la puerta volvió a escucharse y ella no quería molestar a sus vecinos, así que no tuvo más remedio que abrir la puerta y el hombre entró con expresión sombría. Tras cerrar la puerta, Elisa lo miró con desdén.
—Tus acciones me hacen pensar que aún no lograste olvidarme.
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