Mientras Raquel bailaba por toda la habitación, sostenía una cerveza en la mano y Siena reía a carcajadas sin preocupaciones. Elisa había bebido bastante, así que se recostó en el sofá y se frotó las sienes. Carlos era el único que estaba sobrio. El joven se acercó lentamente a ella, le quitó la botella y le dio un vaso de agua.
—Si sigues bebiendo, te dolerá la cabeza.
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