Mientras Raquel intentaba calmarse, comenzó a llorar sin querer. Solo se dio cuenta cuando las lágrimas le llegaron a los labios, lo que hizo que se levantara y tomara un pañuelo de papel para secárselas. Entonces, se sorbió la nariz y abrió los ojos con incredulidad. «¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué lloro por una escoria como Vicente? Lo entiendo. Estoy triste por haber perdido mi virginidad ya que la he protegido durante más de veinte años para perderla así. ¿Cómo no voy a estar afligida? Aunque les he dicho a los demás que en realidad no me importa... ¿Cómo puede no importarme?».
Mientras Raquel bajaba la mirada y respiraba profundo, oyó que Elisa le decía con vos tranquila:
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