—¿No oíste lo que acabo de decir? ¿Cómo te atreves a ignorarme y esperar que te ayude? —dijo Morena estando aún más seria.
Esta estaba sentada frente a Linda vestida con ropa lujosa, lo que indicaba su riqueza. Sus grandes pendientes de oro se balanceaban de un lado a otro mientras movía la cabeza en señal de desaprobación. Usaba unos anteojos con un marco dorado y, aunque seguía teniendo buen aspecto para su edad, empezaban a notarse arrugas en el rostro. Sin embargo, por miedo al dolor, se abstenía a someterse a tratamientos cosméticos para quitárselas.
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