Isabella comenzó a quejarse, sin entender el proceso de pensamiento de la mujer. A pesar de la lluvia torrencial, la mujer insistió en comprar un paraguas rojo, creando una escena escalofriante. Elisa agarró con fuerza el volante. Parecía que su suposición era correcta. El paraguas rojo se había comprado para una celebración, lo que explicaba el elegante atuendo de la mujer.
Todo parecía haber sido planeado desde el principio, evidente en la forma en que estaba bien envuelto. El teléfono sonó una vez. Isabella envió una foto. La mujer de la foto era de tez clara, y estaba claro que tenía unos rasgos hermosos. Sin embargo, el sistema de vigilancia estaba anticuado. La imagen ya había sido editada para mejorarla. De lo contrario, no sería más que un borrón irreconocible.
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