—¡Ja, ja, ja! ¡Al final pude sentir la alegría de la victoria en el Casino KKCD al frotarle la suerte al Dios y la Diosa de la Fortuna! —gritó de alegría alguien en la multitud.
Aquella voz interrumpió los pensamientos de Elisa. Un hombre fornido entre la multitud vitoreaba mientras sostenía sus fichas. En unos segundos, las personas a su alrededor le pedían que se detuviera.
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