Isabella y Elisa charlaban relajadamente mientras terminaban un plato de fresas. Gabriel también había terminado de preparar los platos. Con la mirada fija en el plato vacío, permaneció en silencio.
En los últimos días, a Elisa le había costado mucho comer. Sin embargo, aquel día, sorprendentemente, consiguió comer algo de fruta, lo cual era un avance positivo. Sirvieron los platos y Gabriel invitó a las dos mujeres a sentarse. Isabella ayudó a Elisa a sentarse a la mesa del comedor.
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