En ese momento, no sabía nada. Tal vez podría encontrar algunas respuestas cuando fuera a la oficina.
Ya era tarde en la noche, pero algunas personas no estaban durmiendo. Gabriel estaba en la habitación. Acababa de ducharse y seguía teniendo una expresión sombría; aún sentía rabia hacia Elisa. Unos segundos después, sonó su teléfono, pero ese número no lo tenía agendado. Él tenía la misma costumbre que Elisa; no registraban los contactos de nadie porque ambos tenían memoria fotográfica. Ese número pertenecía a Tomás, por lo que Gabriel contestó la llamada.
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