Cuando Carlos estaba en la escuela secundaria, su madre se enteró de que estaba enamorado de Elisa. Creía que ambos podrían estar juntos en el futuro, ya que se compenetraban bien en varios aspectos. «Es una pena». Hilda suspiró y no dijo nada.
Elisa también suspiró. Miró a Hilda y vio que no tenía su expresión apática habitual. En su lugar, la mujer esbozaba una sonrisa, lo que provocó que Elisa se sintiera aún más culpable.
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