Elisa cerró los ojos y prefirió no hablar más. Linda respiró aliviada. «Al fin no tiene manera de defenderse».
—Abuela, yo también tengo la culpa —dijo luego de acercarse a Julia—. Si hubiera preguntado, esto no habría sucedido. Es... es culpa mía. Espero que no culpes a Elisa; ella no lo sabía.
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