—No es un sueño, sí lo dije —murmuró Elisa suspirando profundo.
Luego, agachó la cabeza para evitar la mirada ferviente del hombre. Tanto Raquel como Siena eran un manojo de nervios, ya que sabían que Elisa había respondido de esa forma porque no se atrevía a mirarlo. Sin embargo, Carlos no le dio mucha importancia a la situación y sonrió de forma más resplandeciente, pensando que Elisa solo estaba avergonzada. No obstante, trató de reprimir la pasión en su mirada porque no quería que la mujer se sintiera abrumada.
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