Gabriel miró a Guillermo con desdén y no quiso seguir perdiendo tiempo lidiando con él. Sin embargo, se dio cuenta de que podría ir al piso de arriba a buscar a Elisa si se marchaba, así que frunció el ceño y se quedó allí.
Guillermo no sabía muy bien si el otro hombre pensaba lo mismo que él, por lo que sonrió y dijo:
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