—Así que… en realidad, a nadie le importaba y le permitían hacer lo que ella quería, p-pero nunca esperé que Elisa fuera tan hábil y llevara a cabo las propuestas a la perfección.
Aunque no quería admitirlo, era inútil retener cualquier detalle dada la situación de ese momento. Además, ese asunto no era un secreto y supuso que Gabriel ya lo sabía. Él, sin embargo, no dijo ni una sola palabra. Asustada, Linda, continuó:
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