Anita observó en silencio cómo se alejaba. Después de que se fue de allí, Elisa se dirigió a su casa; todo había salido bien y nadie había ido a causarle problemas. Al día siguiente, la joven fue a la compañía como de costumbre. Al llegar, le entregó el contrato firmado a Kiara.
—¡Cielos! Eli, ¡has conseguido que Anita firme! —exclamó sorprendida.
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