Aunque no sirviera de mucho, una promesa hecha no podía incumplirse. Así que Elisa se dirigió a Ernesto, asegurándole que había aportado los fondos para la operación de María y que se encargaría de que los mejores especialistas extranjeros llevaran a cabo el tratamiento. Pronto podría concertarse una consulta en persona.
Al recibir el mensaje, Ernesto se lo enseñó inmediatamente a Bastián, que seguía en comisaría. Tras leerlo, Bastián rompió a llorar en el acto, murmurando para sus adentros que era inhumano y preguntándose cómo había podido inculpar a una persona tan buena.
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