Capítulo 1865 Al descubierto
Una vez a bordo del barco, Elisa rara vez se quedaba sola, en cambio, gravitó hacia la cubierta en medio de la compañía de otros, evitando activa el aislamiento, se mezcló con otros asistentes, monitoreando atenta la posible estrategia secreta de Rosalinda, además, cualquiera que se atreviera a conspirar contra ella debía prepararse para contramedidas.
Bajo el resplandor de la luna, Elisa levantó su copa de vino y la bebió rápido, una sutil sonrisa se formó en sus labios, insinuando intenciones veladas, con ella negándose a retirarse a su habitación, los nervios de Rosalinda se dispararon. Era claro como el día: si Elisa no se acostaba en sus aposentos, sus intrigas se desmoronarían como un castillo de naipes y la sorpresa que de manera cuidadosa preparó se estropearía.
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