—Déjame este asunto a mí —dijo él con indiferencia, como si pudiera leerle la mente. Elisa lo miró sorprendida y permaneció en silencio, quizá esperando a que él dijera algo más—. Linda cortó los lazos con aquellos que la ayudaban. Puedes continuar con lo que sueles hacer porque la situación se sigue desarrollando y deja que yo me ocupe del resto —dijo en voz baja luego de recuperar la compostura.
—¿De verdad hay alguna ventaja en pagar la atención médica de tu abuela y la tuya? —preguntó con los ojos entrecerrados. Gabriel, que apenas se había recuperado, se puso serio de nuevo—. No te necesito. Puedo encargarme de esto yo sola —dijo riendo.
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