—Carlos, no tienes que hacer esto. No necesitas ser mi ángel de la guarda. —Elisa pudo por fin continuar con su idea—. Debes seguir adelante y vivir. De lo contrario, perderías tu propósito en la vida.
Quiso decir que, si era su ángel de la guarda, perdería su tiempo y sus objetivos en la vida, pero le preocupaba que Carlos pudiera malinterpretar lo que quería decir y así fue. Comenzó a respirar agitado y la voz se le entrecortaba.
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