Después de dar aquella orden, hizo una apuesta de setenta mil antes de revelar sus cartas. Estaba seguro de que Gabriel y Elisa no continuarían con tanta suerte. En cuanto mostró su carta, la cual era un nueve de espadas, aumentó sus apuestas con otros setenta mil. El resto de la gente solo tenía un diez por ciento de posibilidades de ganarle, por lo que no creía que nadie pudiera obtener el número diez.
—Todos deberían mostrar sus cartas de forma simultánea para ahorrar tiempo —dijo con arrogancia.
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