Rosa no sabía qué más decir, parecía estar esperando a que Elisa continuara. La mujer estaba frenética y no se atrevía a contener demasiado sus emociones; estaba un poco confundida y no encontraba sentido a nada. Lo que era más importante aún, con su sobrina cerca, no se atrevía a revelar sus sentimientos, puesto que la joven solo podría averiguar más. La Elisa de ese momento era brillante y daba miedo.
—No tienes que fingir, tía Rosa. Sé bastante, inclusive que Linda no te dijo que fingió su muerte. Debió temer que las cámaras de seguridad de aquí la captaran.
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