Elisa se quedó estupefacta. Carlos, a su vez, seguía sosteniéndole la mano y no tenía intenciones de dejarla ir.
—Elisa. —Ella levantó la cabeza y se encontró con su mirada dulce—. Elisa, en realidad, sé que solo dijiste todo eso para que yo despertara. No me dirás la verdad hasta que me recupere por completo, ¿no?
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