Cuando Elisa pronunció aquellas palabras, su mano se apoyó en el hombro de Guillermo. No tenía ningún motivo oculto; simplemente quería que Guillermo se calmara. Sin embargo, esto sin querer le dio a Guillermo una oportunidad. Agarró la muñeca de Elisa y tiró de ella hacia él con tanta fuerza…
Sorprendida, Elisa cayó de repente en sus brazos. Aprovechando la situación, abrazó a Elisa. Un aroma tenue y agradable llegó a las fosas nasales de Guillermo y, por un breve instante, quedó cautivado. En ese fugaz instante, sintió como si acabara de despertar de un profundo sueño.
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