Habló en voz baja, casi en susurros, pero Elisa podía percibir el sarcasmo y frunció los labios. Quería pedirle que se fuera en ese momento, pero se acordó de que Jacobo estaba allí. Hubiera sido humillante para Gabriel si le pedía que se fuera y no quería ponerse en su contra.
—Lo siento, no puedo aceptar trabajar con usted. Deberíamos mantener una distancia clara entre nosotros —dijo después de vacilar.
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