Tras escucharla, Anita se detuvo. Se dio vuelta y vio a una mujer sentada a un costado, con un cubrebocas puesto, y la examinó. Elisa se quitó el cubrebocas despacio y Anita pudo ver el rostro hermoso y memorable, lo que hizo que la mujer perdiera un poco de interés. Luego, sonrió.
—¿Señorita Elisa? Qué coincidencia.
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