Raquel sintió una fuerte repulsión al escuchar aquello. Sus cejas se fruncieron y su tono distaba mucho de ser agradable cuando replicó:
—Tío Jacobo, ya te dejé claro la última vez su deseo de verme. Nunca me consideró parte de la Familia Martínez. Si no fuera porque mi madre me adoptó, hoy no estaría donde estoy. Es injusto que ahora, cuando he crecido y soy útil a la Familia Martínez, quiera llevarme de vuelta. La Familia Martínez me abandonó al nacer, ¡y no soy tan tonta como para convertirme en un peón en sus manos! —Raquel estaba abrumada por las emociones.
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