—Duérmete temprano, Linda. Deberías quedarte mañana porque tu padre y yo nos ocuparemos del asunto.
Norberto miró a Rosa con sentimientos encontrados, ya que estaba triste. Sin embargo, no podía expresarlo delante de Linda, aunque ella también tenía un mal presentimiento. Miró a Rosa y vio que tenía los ojos enrojecidos.
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