Elisa entrecerró un poco los ojos tras la mención del nombre, pero Siena insistió mientras sonreía de forma significativa.
—Bueno, llamémoslo, Eli. Yo invito esta noche. Entonces, tal vez yo terminaré en las portadas de los periódicos sensacionalistas bajo el titular «mujer enamorada se ahoga en sus penas».
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