Al momento siguiente, el ambiente del lugar se volvió sombrío. Incluso Vicente y Raquel, que estaban de pie frente a la puerta, podían sentirlo. Aunque era un día soleado y agradable, aquel hombre lo había vuelto un poco escalofriante.
Sin decir nada, ambos intercambiaron miradas. La mirada de Gabriel se había vuelto feroz, pero Elisa no le tenía miedo, aun así, lo observó. El hombre asintió con una sonrisa.
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