Isabella se sonrojó y susurró: —Por favor, deja de tomarme el pelo. —Elisa se rio y contestó: —Si la gente de la empresa te viera así, se escandalizarían.
Sintiendo que le ardían las mejillas, Isabella se cubrió la cara con la mano. Al ver la vergüenza de Isabella, Elisa dejó de burlarse de ella y le dijo sinceramente: —Has hecho un trabajo excelente salvando a la empresa de las pérdidas. Eres una heroína para la empresa y quiero darte las gracias. Sin ti, habría tenido que ir a la empresa con un suero. Quién sabe cómo me habrían acosado los periodistas.
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