La gerente del lugar entró en pánico y se apresuró a cerrarle el paso a Elisa y Gabriel.
—Señor Weller, señorita Benedetti, no han visto todos los diseños —dijo ansiosa—. Nuestros diseñadores actuales también son brillantes; no es tan terrible como creen. De lo contrario, nuestra marca ya habría caído en bancarrota, ¿no?
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